miércoles, 21 de junio de 2017

COMIENDO EN LA ANTIGUA GUARIDA DE UN BANDOLERO

La que hoy es una pequeña y acogedora taberna en el corazón de la ciudad, que enamora a directores de cine de  culto estadounidenses,  tiene una historia bastante interesante y, hasta cierto punto, truculenta.

Allá por el siglo XVIII, fue una carbonería que perteneció al Marqués de Floridablanca (Secretario de Estado -algo así como Primer Ministro-,  de Carlos III, entre 1777 y 1792), y que proveía al Palacio Real (situado a pocos metros de distancia).
Dicen que, durante la sublevación madrileña contra las tropas de Napoleón, las monjas del vecino Real Monasterio de la Encarnación ocultaron aquí la ampolla que contiene la sangre de San Pantaleón (y, de hecho, se cuenta que fue aquí donde es licuó por primeva vez).
Luego adquirió el local el popular bandolero Luis Candelas,  Robin Hood patrio que robaba a los ricos y luego repartía lo obtenido tras el pillaje con los más pobres. Lo convirtió en taberna y se la conocía como "Traganiños", por el reverencial pavor que, parte de los madrileños con dinero,  le tenían a este bandido, quien, por cierto, hacía una doble vida, como adinerado indiano de día y  ladrón de noche.
Entretanto, empezó a dar golpes cada vez más rebuscados. De hecho, cometió dos saqueos casi seguidos, uno al embajador de Francia, cuando viajaba en diligencia, y otro a la modista de la Reina, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, esposa de Fernando VII, en su taller. Y, claro, se granjeó el odio de las autoridades que convirtieron su captura en un asunto de estado. Tras estos dos golpes, Candelas decidió huir a Inglaterra con su tercera mujer, Clara. Antes de emprender viaje, le regaló su taberna a un amigo suyo, panadero malagueño, llamado Vicente Mollet, a quien Candelas llamaba "El Mollete".
Sin embargo, cuando llegaron a Gijón, ella expresó sus dudas y le acabó convenciendo para regresar a Madrid. Entre Valladolid y Toledo fue inmediatamente detenido y acusado de cometer más de 40 robos, y le trasladaron a Madrid, donde fue juzgado el 2 de noviembre de 1837 y concenado a morir por garrote vil, algo que sucedió 4 días más tarde, en la Plaza de la Cebada. Tenía 33 años. Se cuenta que, sus últimas palabras fueron: "He sido pecador como hombre, pero nunca se mancharon mis manos con sangre de mis semejantes. Adiós Patria mía, sé feliz".

«He sido pecador como hombre, pero nunca se mancharon mis manos con sangre de mis semejantes. Adiós patria mía. Sé feliz - See more at: http://www.sabormadrid.es/novedades/curiosidades/historia-cuevas-luis-candelas.php#sthash.rNtrwPnY.dpuf

«He sido pecador como hombre, pero nunca se mancharon mis manos con sangre de mis semejantes. Adiós patria mía. Sé feliz - See more at: http://www.sabormadrid.es/novedades/curiosidades/historia-cuevas-luis-candelas.php#sthash.rNtrwPnY.dpuf Hace cuatro décadas, fue reabierta por los zamoranos Tomás y Úrsula, que lo regentan aún en la actualidad, dándole el nombre de El Mollete en recuerdo al afortunado panadero
Está situada en la calle La Bola 4. Pero hay que estar atento, porque, como es tan pequeñita, es fácil pasarla de largo.


 En 1979, Tomás y Úrsula, un afable matrimonio zamorano, adquirieron este local e hicieron de él una taberna con solera en la que se respira un ambiente familiar. No en vano, Úrsula es la encargada de cocinar, mientras su marido y su hija, Almudena, sirven las mesas. Y todo, con simpatía, cariño y amabilidad.
Un lugar en el que no hay que dejar de probar su vermút casero o el tinto de verano (al que se le añade un chorrito de vermút).
La carta de este lugar no ha cambiado demasiado desde sus inicios, ni falta que hace, porque sus platos son deliciosos. Destacan los callos, los huevos rotos, los saquitos de morcilla y los postres.

El espacio se divide en dos plantas. La de arriba, con seis mesas (vestidas con mantelitos de cuadros), y la de abajo, con dos, y otras tantas barras en las que también se puede comer. Siempre está lleno, así que se recomienda reservar mesa para asegurarse un sitio (www.tabernaelmollete.com). Tel.: 91 547 7820.





Todo es sencillo en este lugar, como el ladrillo de las paredes y las vigas vistas conrestos de las  pinturas originales.




Las paredes de esta pequeña taberna están pobladas de fotos de famosos nacionales y extranjeros posando con los dueños, Tomás y Úrsula. Destacan las imágenes de Francis Ford Coppola (que reconoció en una entrevista que concedió a "The New York Times",  que éste es su restaurante favorito en Madrid), y Willem Dafoe. Fue el cineasta español, y vecino del barrio, Gonzalo Suárez, quien dio a conocer este lugar al director de la saga de "El Padrino".

Chipirones rellenos de humus.

Croquetas de queso gorgonzola.

Saquitos de queso de cabra.

Tartar de salmón.

Y de postre, tarta de limón y torrija.

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