jueves, 28 de julio de 2016

SABATINI, EL ARQUITECTO QUE MODERNIZÓ MADRID


Hubo una época en la que Madrid era sombría, rancia y tenía el soniquete y la fragancia del “agua va”.  Hasta que en 1759  llegó Carlos III, considerado “el mejor alcalde de Madrid” por la modernidad que imprimió en una sociedad aún anclada en la Edad Media. Y es que era un Ilustrado que reformó la enseñanza, impulsó la investigación y todas las disciplinas científicas y artísticas y fomentó los servicios públicos creando numerosos colegios, hospitales y hospicios. A él le debemos que Madrid tuviera servicio de alumbrado, recogida de basura, adoquines en las calles, red de alcantarillado, que impulsara los transportes y las comunicaciones con la creación de una red de carreteras y que organizara un sistema público de correos.
Y para acoger las nuevas instituciones, promovió la construcción de edificios que albergaran, por ejemplo, el Museo de Historia Natural (hoy Museo del Prado), o la Real Casa de Correos (actualmente sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid), y de grandes avenidas y monumentos, como las fuentes de Cibeles y Neptuno.
Como arquitecto a su servicio estaba Francisco Sabatini, nacido en Palermo, quien ya en Italia había trabajado para la monarquía española construyendo el Palacio Real de Caserta.
Cuando Carlos III subió al codiciado trono español nombró a Sabatini Maestro Mayor de las Obras Reales, se convirtió en su hombre de  confianza y empezaron a lloverle los encargos

Sabatini tomó el relevo de Juan Bautista Sachetti cuando esté murió, y se hizo cargo de las obras del Palacio Real, en un estilo Barroco clasicista, que era muy característico suyo.





Carlos III rodeó la ciudad con cinco puertas. Dos de ellas, la de Alcalá y la de San Vicente, fueron diseñadas por Sabatini.
En concreto, la Puerta de Alcalá, de estilo neoclásico, reemplazó otra que había en el mismo lugar desde el siglo XVI por la que, precisamente, entró el rey cuando llegó a Madrid. Pero como no le gustaba nada, decidió derribarla y hacerla más lustrosa, para que se convirtiera en el acceso principal a la ciudad, y el monumento más representativo de su reinado.
Se  construyó en cuatro años (de 1774 a 1778). Asemeja los arcos de triunfo romanos y, de hecho, es la pimera de estas características que se construyó en Europa, y en las que, posteriormente, se
inspiraron  el Arco del Triunfo, en París, y la Puerta de Brandeburgo, en Berlín.
Sabatini le presentó al rey dos proyectos y éste se quedó con ambos. De ahí que la puerta sea de una manera por un lado y de otra por otro.


La Puerta de San Vicente, también ocupa el lugar en el que durante siglos estaba la cerca. En 1770 se derribó la puerta original porque estaba en muy mal estado y porque  se iban a reorganizar los accesos y salidas de la ciudad cercanas al Palacio Real, y Sabatini diseñó la nueva que, por  desgracia, no es la que hay ahora. Ésta es una réplica que se puso en 1995.
En la inicial, Sabatini incorporó también una fuente, pero se ha perdido el rastro de ambos monumentos (hay quien dice que sus piedras calizas se convirtieron en empedrado para las calles).







La Real Casa de la Aduana (sede del Ministerio de Hacienda), fue la mayor obra civil que se hizo en Madrid en el siglo XVIII. La construcción duró ocho años. Destacan la piedra vista y el ladrillo de la fachada, que no ha cambiado ni un ápice desde que se erigió. Sabatini se inspiró en los palacios italianos del siglo XVI.. La reforma fiscal que se promovió desde aquí en 1845 estuvo vigente hasta 1978.


Proyecto de la fachada de la Aduana hecho por Sabatini. Los planos pueden verse en el Museo de Madrid, en Tribunal. El arquitecto italiano también participó en la reconstrucción de la Plaza Mayor de Madrid, que quedó parcialmente destrozada tras un inendio en 1790;  la fachada principal de San Francisco el Grande también lleva su impronta; e hizo trabajillos en la Casa de Campo (el coto de caza de los monarcas españoles). No sólo trabajó en Madrid, también en Valladolid, Toledo, Aranjuez, Granada o Soria.




En 1773, el prolífico Sabatini diseñó el acceso principal  al Real Jardín Botánico, conocido con el nombre de Puerta Real. Aunque, a los pocos años, fue la Puerta de Murillo (frente al Museo del Prado), la que adquirió más fama y por la que entraba todo el mundo. De hecho, actualmente, la Puerta Real está cerrada. Guarda muchas similitudes arquitectónicas con la Puerta de San Vicente.

Estanque de Linneo. Al fondo, Pabellón Villanueva. En primer término, busto de Carlos Linneo, investigador sueco del siglo XVIII, padre de la taxonomía (clasificación de los seres vivos).


Sabatini retoma la construcción del que iba a ser el mayor centro sanitario de la ciudad, el Hospital General y de la Pasión, obras que había iniciado José de Hermosilla en tiempos de Fernando VI (el arquitecto italiano diseñó  también los sepulcros de este rey y de su esposa, Bárbara de Braganza,situados en las Salesas Reales). Este hospital,de corte neoclásico, es, desde 1992, el Museo Reina Sofía.






Funcionó 300 años como hospital. Su actividad dio comienzo a principios del siglo XVII y concluyó el 1 de octubre de 1965. Consistió en la unión de varios pequeños hospitales que había en la zona, que Fernando VI mandó derribar para erigir este gran complejo que, sin embargo, no llegó a terminarse (sólo se levantaron dos quintas partes del proyecto inicial).





Otro palacio cuya autoría recae en Sabatini es el Palacio de Godoy, también conocido como Palacio Grimaldi y, desde 1975, Centro  de Estudios Políticos y Constitucionales.
Situado muy cerca del Palacio Real, esta residencia se proyectó entre 1775 y 1778 para alojar al marqués de Grimaldi, Secretario de Estado de Carlos III, quien, sin embargo, jamás llegó a habitarlo. Así que pasó a ser ocupado por su sucesor en el puesto, el Conde de Floridablanca, que tampoco permaneció mucho ni en el cargo ni en el palacio, por lo que el nuevo propietario fue Manuel Godoy, que lo amplió y lo decoró con la que era considerada la mayor colección de arte de España (entre sus obras destacaban las Majas de Goya y unos tondos también pintados por el ilustre maño en la Sala de Juntas).  Sólo vivió aquí 7 años, ya que, cuando el ayuntamiento le regaló el Palacio de Buenavista (que alberga actualmente el Cuartel General de Ejército, frente al Banco de España), mucho más grande, cogió sus bártulos (suelos y techos incluidos), y  para allá que se fue, dejando este lugar en condiciones deplorables. Durante la Guerra de la Independencia, el inmueble fue ocupado por las tropas francesas que acabaron de desmnatelarlo.




EL SUNTUOSO VESTÍBULO, RODEADO POR OCHO COLUMNAS DÓRICAS DE GRANITO, DA PASO A LA ESCALERA PRINCIPAL HECHA ÍNTEGRAMENTE POR SABATINI







No hay comentarios:

Publicar un comentario